EL CAMINO HACIA UN MEJOR DERECHO

domingo, 29 de enero de 2012

APRENDER, APRENDER

Tras el curso de esta semana, la relación con mi novia fue muy especial, no obstante, en el transcurso de una relación siempre se presenta alguna dificultad, y está llego de golpe. ¡Caray!, que iba a saber yo que un pequeño mal entendido pudiese arruinar así una buena relación entre mi novia y yo. Triste por esta situación pedí una recomendación a mi buen abuelo, quien se encontraba contemplando el atardecer, y que de muy buena gana acepto dármela.

Lo mejor cuando se esta triste comento mi abuelo, es aprender. Esto es lo único que no falla nunca; puedes hacerte viejo y temblón, puedes pasarte toda la noche desvelado escuchando el desorden de tu cuerpo, puedes perder tu único amor; puedes ver el mundo que te rodea devastado por malvados lunáticos, o saber que tu honor esta enfangado en las mentes ruines. Solo hay una salida en ese caso: aprender, aprender por que se mueve el mundo y que es lo que lo mueve.


Eso es lo único que el pensamiento no puede nunca agotar ni enajenar, lo que nunca le torturará, lo que nunca temerá, lo que nunca le causará desconfianza lo que ni en sueños podrá lamentar, eso es lo más conveniente para ti: aprender.


Considera todas la cosas que puedas aprender: ciencia pura, la única pureza que existe; puedes aprender astronomía en una vida, historia natural en tres, literatura en seis; y puedes, luego tras haber agotado un millón de vidas en la biología, en la medicina, la teosofía, la geografía, la historia y la economía, puedes, en fin, empezar a hacer una carreta con la madera adecuada, o pasar cincuenta años iniciando el aprendizaje de la técnica de derrotar en esgrima al adversario.


Después puedes empezar de nuevo las matemáticas, hasta que llegue el momento en que aprendas a arar.


Sorprendido en gran manera por lo que acababa de escuchar, aún no me sentía satisfecho con lo que debía hacer, a lo cual fui más directo: ¿Qué debo hacer con esta situación que me lastima?. Mi abuelo me contesto y me dijo: no enumeres jamás en tu imaginación lo que te hace falta. Cuenta, por el contrario, todo lo que posees; detállalo, si es preciso, hasta lo más mínimo y veras que la vida ha sido esplendida contigo.


Las cosas bellas se adueñan tan suavemente de nosotros, y nosotros con tal blandura entramos en un paraíso, que casi no advertimos su presencia. De allí que nunca les hagamos la justicia que merecen.


La menor espina, en cambio, como araña, nos sacude la atención con un dolor y nos deja la firma de ese dolor en la cicatriz. De allí que seamos tan parciales a contar las espinas. Pero la vida es liberal en sumo grado; haz inventario estricto  de sus dones  y te convencerás.


Imaginemos, por ejemplo, que un hombre joven, inteligente, simpático, tuviese una enfermedad crónica. No debería decir: "Tengo este mal o aquel, o me duele siempre esto o aquello".


Debería decir: "Soy joven, mi cerebro es lúcido, poseo esto, aquello, lo de más allá; gozo con tales y cuales espectáculos, tengo una comprensión honda y deliciosa de la naturaleza ..."


Vería entonces aquel enfermo, que lo que le daña se diluirá como una gota de tinta en el mar.